Aunque comparten gustos, sus piques son muy comentados en las redes sociales: “Le doy mucha caña porque es un palo bailando y cuando le toca ‘perrear’ con alguna chica, nos partimos”. El presentador sonríe: “Todo el mundo asume que bailo fatal y a mí no me importa. En redes me dicen que dé alguna clase (risas)”.
Lorena Gil, la animadora del plató, sale en su defensa: “Es verdad que lo lleva fatal, pero es muy divertido y se va soltando poco a poco. Su carisma es fundamental en un concurso como este”. Antes en El diario de Patricia, destaca el desparpajo de los concursantes: “Algunos se bloquean al estar en televisión y se ponen nerviosos, pero la mayoría dan mucho juego”.
Los castings tampoco son sencillos. “Todos son también espectadores y dominan la mecánica, los paneles, saben cómo jugar con los gajos… Son entrevistas telefónicas y les preguntamos todos los detalles. ¡Tenemos unas 14.000 solicitudes ya!”, revela Correa.
“Después de tantísimos años… ¡esto no para! –añade la azafata Laura Moure–. Y lo mejor es que nos ve gente de todo tipo, y muchos niños, que son los únicos que me reconocen por la calle. No hay nada malo, si acaso que me duelen los pies y la espalda de estar tanto tiempo de pie (risas)”. Por suerte solo graban dos días a la semana, desde las 08.30 hasta las 14.30 o las 18.00 “si la cosa se da regular”, y seis programas en total. “La máquina está tan engrasada que apenas tenemos contratiempos”, concluye el director.