Cada día, a las nueve de la mañana de Honduras, tres de la tarde en Madrid, un equipo de dos cámaras, dos redactores y dos técnicos de sonido sale de la ciudad de La Ceiba, en una lancha motora, a veces en helicóptero, camino de Cayos Cochinos, lugar donde están las islas en las que viven los concursantes de Supervivientes.
Suelen grabar todo el día y, a su regreso, a 50 minutos del continente, toman el relevo otras personas para rodar durante la noche.
Más tarde, a su llegada al hotel, donde residen durante cuatro meses unas 200 personas (médicos, psicólogos, técnicos, redactores...), la dirección del programa, con Óscar Vega al frente, revisa todo el material y lo clasifica por tramas. “En cada edición se monta una miniciudad, con profesionales que se pasan mucho tiempo fuera de su casa y que se vuelcan en el concurso”, explica Alfredo Ereño, productor ejecutivo de Bulldog TV, productora del programa.
Horas después, todo ese material, clasificado por tramas, se envía a Madrid para surtir las diferentes entregas y resúmenes del reality. En los días de gala, es decir, martes (Tierra de nadie, en Cuatro, con Carlos Sobera) y jueves, la rutina cambia.
Competición en el paraíso
“Con ocho horas de diferencia, los dos equipos trabajan estrechamente y sin descanso. A las seis de la tarde del jueves llegan los invitados y colaboradores a los estudios de Mediaset, pasan por maquillaje y, a continuación, hay una primera reunión para decidir el contenido. A las 08.00, el director, Josep Tomás, estudia los videos con Jorge Javier y marca pautas”, relata Ereño. En paralelo, a las 10.30 del jueves empiezan los ensayos de los juegos en Cayos Cochinos, lo que supone la colocación de cámaras y demás elementos para grabar. “Siempre dependiendo del clima, que cambia con facilidad”, añade Alfredo.
Mientras, los concursantes viven ajenos a todo, ya que está prohibido que el equipo hable con ellos. “Están cerca de los cámaras y de los redactores que, por ejemplo, no pueden llevar gafas de sol de espejo para que no se reflejen. Todo lo que pasa en la isla entre ellos es verdad. No hay trampa ni cartón, si no este reality no tendría tanto éxito”, asegura Ereño.
Un casting lleno de pasión
En Madrid, donde trabajan unas 70 personas, los días de la gala son también movidos. El plató es un hervidero de saludos y fotos, que los invitados, como Kiko Rivera, suben a las redes sociales, además de retoques de maquillaje y sonido. Jorge Javier, que apenas pisa el plató antes del directo, tiene un guión, “aunque improvisa y le da su toque”, dice el productor.
Una de las bazas de esta temporada es el casting y el fichaje de Isabel Pantoja, a la que Ereño ve “con mucha fuerza psicológica y bien integrada. El secreto de este programa es la combinación de perfiles y que todo el mundo le pone mucha energía y pasión. Nunca sabes cómo van a reaccionar; nadie puede estar haciendo un papel 24 horas”, concluye Alfredo.