Cáusticos, sensibles, hilarantes, emotivos… Los diálogos entre Sandy Kominsky, actor y mujeriego, ambos rasgos en declive, y su representante y mejor amigo, Norman Newlander, millonario, viudo y descreído, son un duelo interpretativo de dos pesos pesados como Michael Douglas y Alan Arkin, que en los nuevos ocho episodios de El método Kominsky, se crecen.
El viernes 25 Netflix estrena la temporada 2 de la ganadora del último Globo de Oro a
la Mejor Comedia, creada por Chuck (Dos hombres y medio, The Big Bang Theory) y grabada con una sola cámara.
“Norman se ha convertido en uno los personajes más complejos, ricos y vivaces que he hecho en mi vida –declaraba el verano pasado el inolvidable abuelo de Pequeña Miss Sunshine a sus 85 años–. Lorre me está haciendo trabajar duro para mi edad; lo normal es que te lleguen guiones de mesa camilla”.
Un amor del pasado
Más lacónico de lo que acabó, Norman arranca esta entrega reencontrándose en un funeral con un amor de juventud que vivió antes de conocer a su difunta Eileen (Susan Sullivan, Falcon Crest), que le sigue hablando desde el más allá. Es nada menos que Jane Seymour, la inolvidable Doctora Quinn, que vuelve a la televisión para encarnar a una dama adinerada llamada Madelyn, con quien Norman recupera la ilusión. “Llevo una peluca gris para parecer mayor y estoy tan diferente que el primer día Michael no me reconoció”, decía ella.
Los tortolitos tendrán conflictos por Phoebe (Lisa Edelstein), la hija de él, y su terapia de desintoxicación. Como los tendrá Sandy con la suya –Mindy (Sarah Baker)– al descubrir que tiene un romance con un profesor, Martin (Paul Reisner, Stranger Things, Loco por ti), de la misma edad que él, 74.
Aunque trata de recuperar a Lisa (Nancy Travis), Kominsky se ve ‘obligado’ a pedir ayuda a su exmujer, Ruth (Kathleen Turner), cuya relación no es precisamente idílica: “Cuando leí el guion, me recordó a La guerra de los Rose y solo pensé en una actriz. Es tan buena…”, explicaba a la revista Entertainment Weekly en alusión a uno de los taquillazos que protagonizaron en los ochenta.
El reencuentro ha aumentado el entusiasmo que Douglas y su compañero tienen con esta ficción sobre dos cascarrabias: “Una de las cosas que más me gusta es cómo pasa de un momento hilarante a otro trágico”. Arkin añade: “Como la vida”.