Los dramas postapocalípticos son a menudo un cine excelente e impactante, que profundiza en los conceptos de la perseverancia humana, junto con la belleza y el terror de la existencia en un mundo sin esperanza. Estas nociones se han explorado con gran profundidad en propuestas de ciencia ficción de supervivencia como 28 días después, de Danny Boyle, y la reciente entrega de John Krasinski, Un lugar tranquilo Parte II.

Tom Hanks no es ajeno a la dirección de dramas de supervivencia unipersonales, ya que encarnó brillantemente el papel de Chuck Noland en Naufragio, de Robert Zemeckis, asombrando al público con su profunda y exhibida interpretación. Hanks recrea esta magia en Finch, de Miguel Sapochnik, ambientada en un mundo postapocalíptico en el que la supervivencia es un reto cotidiano, y que plantea cuestiones fundamentales sobre lo que realmente significa ser humano. Con un equilibrio perfecto entre el drama tenso y el humor encantador, Finch pone de relieve lo mejor y lo peor de la humanidad, y una amistad entre robot y perro que vale la pena recordar.

'Finch': argumento

la crítica de finch
Karen Kuehn

Tras una enorme erupción solar que devastó la vida en la Tierra, la humanidad en Finch se ve abocada a los extremos de la supervivencia, aunque la mayoría perece debido a los intensos daños ecológicos. Cubierto casi por completo de arena, este páramo postapocalíptico está sometido a menudo a enormes tormentas de polvo, que cortan aún más los modos improvisados de electricidad y comunicación que los supervivientes consiguen reunir. Uno de estos supervivientes es Finch (Hanks), un ingeniero de robótica que lleva más de una década viviendo en un búnker subterráneo, junto con su perro Goodyear y un pequeño y rudimentario robot, Dewey.

Al aventurarse a salir al exterior para buscar los escasos recursos, como comida y suministros, Finch se da cuenta de que su menguante salud pronto le incapacitará para hacerlo, ya que ha estado expuesto a altos niveles de radiación a lo largo de los años. Para garantizar un futuro mejor y más seguro para Goodyear, su único compañero, Finch empieza a desarrollar un robot totalmente funcional que pueda cuidar del perro cuando él ya no esté.

La creación del robot, que más tarde se llamará Jeff (Caleb Landry Jones), es bastante fascinante de presenciar, ya que es bastante divertido y entrañable ver cómo aprende e imita tareas como caminar, correr y calcular sus directivas principales. Poco después, una tormenta mortal azota la zona, lo que obliga al grupo a seguir moviéndose en una autocaravana, sorteando el calor abrasador y el clima implacable, junto con las amenazas acechantes de otros supervivientes con intenciones no tan nobles. Estableciendo el puente Golden Gate como su destino final, Finch se vuelve más urgente en su objetivo de hacer que Jeff sea lo suficientemente hábil para cuidar de Goodyear, sin importar lo que la situación requiera.

'Finch': la crítica de la película

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Karen Kuehn


Finch es un viaje a los recovecos del alma, a las trampas de la humanidad y a lo lejos que uno está dispuesto a llegar para proteger a sus seres queridos. El resultado es una mezcla de belleza y terror, y una plétora de momentos que rebosan riqueza emocional, ya que las conversaciones entre Jeff y Finch consiguen evocar sentimientos genuinos sin un ápice de pretensión. Aunque Hanks está maravilloso como el ferozmente decidido, defectuoso y a menudo impaciente Finch, es Jeff quien ayuda a mantener el drama de la supervivencia con un equilibrio de humor y patetismo.

A pesar de ser tuercas y tornillos, el desarrollo natural de la empatía de Jeff, y una creciente curiosidad por las cuestiones de identidad y del yo, ayuda a plantear preguntas más profundas sobre la vida misma. Incluso en un escenario global de completa catástrofe, ¿por qué los humanos se vuelven unos contra otros y recurren al engaño y la violencia, cuando la empatía y la fuerza colectiva son opciones viables? ¿Por qué, en efecto, la raza humana se deja llevar tanto por el egoísmo, incluso al borde de la extinción? Aunque estas preguntas no tienen respuestas tangibles, Finch opta por centrarse, en última instancia, en el milagro de que un androide de alto rendimiento sea inquebrantablemente leal a un animal de cuatro patas, una premisa tan sana y prístina que, sin embargo, está teñida de una especie de tristeza envolvente.

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Ignacio es experto en cultura, pero desde hace más de 10 años se ha especializado en cine y series, tanto las que se estrenan en la gran pantalla como en las plataformas de streaming. Lo mismo te habla de los estrenos de Netflix, HBO Max o Amazon Prime Video, como que te cuenta la última hora de ‘Masterchef’ o de cualquier otro programa de televisión.   

Con ya una larga experiencia como crítico, conoce las mejores series y películas y le encanta verlas antes que tú para poder decirte si merecen la pena o no. Conoce todos los estrenos de la semana y le encanta recomendar series y películas a sus amigos, familiares y a los lectores, algo que ha ido haciendo en diferentes blogs personales y a través de las redes sociales. Le gusta todo: sigue a grandes directores como Martin Scorsese, Quentin Tarantino o Steven Spielberg, y se sabe de memoria todo el universo de Marvel, Star Wars, El señor de los anillos y el mundo Disney.    

La cultura es su principal hobby y aunque se considera un cinéfilo, también le encanta la música, sobre todo internacional, y los videojuegos, a los que dedica todo el tiempo que le deja el cine y las series, claro. El deporte es su otra pasión, que desarrolló en sus inicios en el diario deportivo MARCA.   Ignacio Herruzo es Graduado en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos en 2012. Desde entonces no ha parado de escribir desde que comenzó en 2013 en el grupo Hearst, donde ha ejercido de redactor en diferentes webs y revistas como Teleprograma, Supertele y Diez Minutos.