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Roberto Enríquez (Fabero, León; 1968) comenzó a sentir interés por formarse como actor a finales de los 80, cuando entró en la Escuela de Arte Dramático de Valladolid y, nada más salir de allí, ya pudo debutar en 1989 el filme 'Si me las das me las tomo' y nada menos que en representaciones de Shakespeare. Desde entonces ha recorrido 36 años en la interpretación, dejando roles relevantes tanto en cine como en televisión, donde le hemos visto en 'Vis a vis', 'La cocinera de Castamar' o 'La Moderna', aunque reconoce una evidente predilección por las tablas. Por eso, ahora que regresa a los Teatros del Canal (del 2 al 14 de septiembre) con la obra de Valle-Inclán 'Los cuernos de Don Friolera', mientras lo compatibiliza con representaciones de 'Coriolano' y, además, se prepara para estrenar en 2026 'Las amistades peligrosas', en DIEZ MINUTOS hablamos con el actor, que intenta transmitir su pasión por los escenarios, las dificultades y retos de la profesión y el apoyo de su familia. Así habla Roberto Enríquez, sobre su trayectoria en el teatro: "He modificado muchas cosas de mi carrera. Con gusto, porque mis hijos son lo primero, pero no son lo único"
Enhorabuena. Creo que estás hasta arriba de trabajo y eso siempre es una buena noticia.
La verdad que sí, en nuestro caso siempre es una buena noticia.
Haces unos 36 años en la profesión y sigues en la cuerda. ¿Cómo vives ese éxito?
Pues vivo cada proyecto primero con los nervios y la incertidumbre; el miedo y también la ilusión y el entusiasmo de las primeras veces. Intento elegir cosas que me seduzcan y que supongan un reto. No dejo de asombrarme de que me sigan llamando para trabajar y que tenga oportunidades, así que sigo dando gracias y siendo consciente. Poder tener una carrera medianamente regular creo que lo vivo como una bendición.
¿Has tenido alguna época realmente complicada de falta de trabajo? ¿Cómo lo llevabas?
La verdad es que nunca la he tenido. Hombre, claro que sí, hay momentos que se te atraganta y el teléfono no suena tanto. He tenido proyectos que me podían gustar más o menos, pero siempre he estado trabajando. Si yo pidiera un deseo, pediría trabajar con regularidad. Eso es lo que lo que he tenido y lo que tengo.
Tu carrera, además de bastante diversa, pasando por cine, teatro, televisión, es de éxito. ¿Cómo percibes ese aprecio por parte del público o incluso el reconocimiento de compañeros o de la crítica?
Sigo intentando gestionarlo. Soy de los que cuando vienen a decirle un halago por dentro tiene prisa de que acabe ya, porque no sé muy bien cómo gestionarlo. Creo que estoy más preparado para la crítica que para el halago. Pero verdaderamente me fío de algunas personas que para mí son importantes y su criterio me importa. Ahí sí que escucho desde el corazón y desde toda la inteligencia que puedo aportar.
Y de los críticos... Dos críticos especializados y reputados pueden tener opiniones completamente divergentes... Tampoco te creas que hago caso, ni las buenas ni las malas. Es otro tipo de estímulo el que busco.
Compatibilizas representaciones de 'Coriolano', de Shakespeare, con 'Los cuernos de Don Friolera', de Valle-Inclán, con la que vuelves a los Teatros del Canal en Madrid, dos clásicos de la escena. ¿Te sientes más cómodo en las obras así o te decantas por otras más rompedoras?
Yo he hecho clásicos y obras absolutamente contemporáneas. Lo único que me importa, sea clásico o no, es que los clásicos son clásicos porque son contemporáneos, porque no dejan de hablarnos. En 'Coriolano' es impresionante las cosas que nos puede contar hoy en día. Si hay alguien quien piensa que Shakespeare era un autor del pasado, desconoce a Shakespeare. Con Valle-Inclán lo mismo. Lo único que me importa son las historias que se cuentan, la calidad de la historia y el personaje.
Entonces, ¿qué te llama de los personajes o los proyectos para elegirlos?
La calidad de la obra y el personaje, que me seduzcan, que los retos que tienen me pongan. Después de 'Los cuernos de don Friolera' voy a hacer 'Las amistades peligrosas', dirigido por David Serrano, con Pilar Castro, Ángela Cremonte y Carmen Balaguer. Hacer personajes como el de Valmont son bombones los cuales, si me los proponen, no los puedo dejar pasar.
Pese a la exigencia del teatro, lo sigues eligiendo. ¿Qué es lo que te engancha del medio?
El teatro es una droga dura. Lo digo en serio, porque es muy agotador. Es estar todos los días en diferentes plazas y la tensión que tiene el directo, que a mí es lo que particularmente me fascina. Compartes algo con el público. Es algo que no tiene comparación.
Veo a chicos adolescentes (o no tan adolescentes), que ven series y películas aceleradas y yo les digo a mis hijos: "Por favor no hagáis esto, no hagáis este sacrilegio". El teatro no se puede acelerar, que no se puede consumir desde una tablet, ni desde un móvil. Tienes que hacer un esfuerzo de ir allí y compartirlo con otros y además ocurre en directo, lo que lo hace muy emocionante. A veces, con series de varias temporadas, no te dejan mucho espacio para compaginarlo con otras cosas si quieres respetar un poco unos mínimos de tu vida. Ahí he tenido que aparcarlo un poco más, pero no creo que haya pasado más de un año y medio sin que yo haya hecho teatro. Soy un yonki del teatro (risas).
Hablas del necesario equilibrio con la vida personal pero cuando se juntan los proyectos será complejo, más aún criando a dos hijos. ¿Cómo te organizas?
Pues bueno, como todo el mundo que tiene trabajo e hijos. Cuando hay un período escolar y todo va bien, no hay nadie que se ponga enfermo, pues todo más o menos está controlado. Luego vienen las cosas fuera de guion, que uno ya se vuelve loco y es la vida misma. Pero bueno, yo también he modificado muchas cosas de mi carrera. Con gusto, porque mis hijos son lo primero, pero no son lo único, porque también para poder pagarnos la luz y estas cosas necesito trabajar. Ha habido proyectos que no he hecho por ser allende los mares, para estar unos cuantos meses fuera de casa.
Durante muchos años hice teatro pero no salía fuera. Ya los niños eran un poco más mayores empecé a hacer giras. Y luego poco a poco vas haciendo malabares, como todo perro pichi.
Ahora ya tienen una edad como para ser conscientes de tu carrera. ¿Cómo te ven? ¿Disfrutan de tus trabajos o todavía no se animan mucho?
Disfrutan mucho. Es verdad que ya son unos adolescentes y hacen otro tipo de reflexiones y podemos mantener un diálogo, una conversación a otro nivel. Pero sí, obviamente son espectadores de lo que hago. Les gusto mucho, se sienten muy orgullosos de mí, lo veo y me da mucho placer eso.
¿Pero son críticos?
Sí, claro que lo son. Críticos, sí, sí, por supuesto que sí (risas). Vamos, son muy críticos.
Para empezar porque como no tienen reparo. Nuestra vida está rodeada de actores, están relacionados con ese mundo. Pero a la hora de ver algo, cualquier cosa sea, la haga yo o alguien de nuestro entorno cercano, desarrollan un sentido crítico, tiene su opinión y la dan con la confianza de hablar claramente y eso es muy bonito.
¿Y han mostrado interés personal por tu medio?
Bueno, mi hija este año va a empezar a hacer ahí sus incursiones. Se ha apuntado a un grupo de teatro y va a empezar a hacer cositas. Pero vamos, que hasta ahora no han demostrado ni yo les he insistido para ninguna cosa que se acerque a la profesión de su padre, cosa que también me parece muy saludable.
Pensando en la diversidad de la carrera que has ido teniendo, ¿sientes que te queda algo pendiente o das por cumplido, un poco como tu sueño como actor?
No, ¿cómo lo voy a dar por cumplido? ¿Eso significaría que hay meta, no? Para mí la meta está en el proceso, en intentar hacer mi trabajo lo mejor posible. Eso te confronta constantemente contigo mismo, con tu seguridad o tus miedos, con tu ansiedad, es como un espejo. En ese sentido tiene algo en que nunca dejas de estar intentándolo. Después de 36 años, sigue siendo muy emocionante.
Pese a eso, aunque sea un proceso constante, sí que tendrás algún proyecto soñado...
Mi personaje soñado, es un mito. Cuando yo salí de la Escuela de Arte Dramático hice una prueba y me cogieron. Pues era 'Hamlet', dirigido por José Carlos Plaza, con una versión de Vicente Molina Foix maravillosa y un reparto, a cuál más espectacular. Yo hice del Príncipe de Noruega, que es un jovencito y era lo que me tocaba. Pero decía: "¿yo querría ser Hamlet?". Pues nunca he hecho de Hamlet pero a raíz de una recopilación de Shakespeare de Vicente Molina Foix hicieron una lectura de textos en la Residencia de Estudiantes y a mí José Carlos Plaza, el director, me dio para leer a Hamlet. Verme, una vez más, con el mismo texto de Hamlet, 36 años más tarde, diciendo en mi voz ese texto... ¡Fue un regalazo!
Se te nota una pasión evidente por la faceta actoral, pero ¿te planteas escribir, dirigir…?
Lo que más me gusta del mundo es ser actor, pero luego he hecho mis incursiones en la dirección, un campo que también me parece fascinante y me gusta pero me parece muy complejo.
Y también he podido participar en seminarios de interpretación, intentando transmitir a otros conocimientos pero vamos, siempre de una manera muy respetuosa. No descarto que alguna vez pueda ocurrir otra cosa, pero así un poco como un coqueteo, yo creo.
¿Con qué desconectas? ¿A qué sueles recurrir en tu tiempo de ocio?
Me gusta leer, me gusta ver ficción, que es una manera de no desconectar también (risas). Me gusta hacer ejercicio, correr y el gimnasio, pero soy de clases. Me gusta ir en bicicleta y también me relaja un montón cuidar plantas en mi terraza. A veces también me da por lijar sillas o barnizarlas... cosas así. Hay algo que tiene que ver con hacer algo manual, con estar en contacto con la naturaleza, con estar en contacto con la madera, que te mete en otro lado. También me gustaría, ahora que he estado en Canarias rodando, vivir frente al mar. Yo me podría aficionar perfectamente a eso durante todos los días de mi vida.
Nora es experta en contenidos de cine y televisión en la web de Diez Minutos. Sus intereses personales y profesionales se cruzan en su labor en esta revista, pues dedica su tiempo a estar al día en los últimos estrenos en salas y plataformas, tanto para no perdérselos como para recomendarlos. Pero que nadie sufra, también desconecta con la música en directo, la lectura y los viajes.
Prescriptora audiovisual por verdadera afición, siempre está dispuesta a arrastrarte con ella al apasionante mundo de las sagas como Harry Potter, Star Wars o Marvel, así como a sugerirte la última serie adictiva que no debes perderte de Netflix, HBO Max, Disney+, Movistar+ y Amazon Prime Video. Eso sí, si tienes un arrebato de nostalgia, también te recordará el clásico perfecto para cualquier estado de ánimo o temática que te interese, desde el musical o la ciencia ficción a las adaptaciones literarias.
Nora Cámara se graduó en Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid en 2015, donde definió su pasión por los contenidos de cine y televisión. Continuó su especialización en estas materias con diversas formaciones de Guion de televisión y Crítica cinematográfica, llevándole a mejorar su experiencia en las revistas del grupo HEARST Teleprograma, Supertele y Telenovela, antes de su llegada a Diez Minutos, hace dos años.