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Las últimas polémicas de la Familia Real Británica tienen un nombre y un apellido, y es concretamente el de Kate Middleton. La princesa de Gales está inmersa en rumores, dimes y diretes desde que el pasado mes de enero se supiera que había sido operada en la zona abdominal y que estaría de baja, por lo menos, hasta Semana Santa. Aquello ya olía raro desde un primer momento, y es que se supo de la intervención cuando ya estaba hecha. A diferencia del rey Carlos III, que en todo momento se comunicó cuándo y cómo se trataría sus dolencias -primero su operación de próstata y después el cáncer que le detectaron-, el estado de salud de Kate Middleton ha sido todo un misterio, y es que apenas se ha dejado ver... y, cuando lo ha hecho, ha despertado la polémica.
Sin duda, la estrategia de comunicación de los príncipes está siendo un completo desastre, lo que está provocando que estén al filo de su primera gran crisis institucional desde que adoptaron el título de Príncipes de Gales, porque los fallos y errores se suceden uno detrás de otro. Primero, porque el silencio en este tipo de cosas nunca ha sido buen compañero, y segundo porque, cuando han querido acallar rumores y ofrecer la transparencia que les están reclamando, han liado la madeja todavía más.
La primera foto que se filtró de Kate en coche junto a su madre no terminó de convencer, y es que muchos dijeron que ni siquiera parecía ella, y después llegó el escándalo del día de la madre -que en Reino Unido se celebra el 10 de marzo-, con una foto retocada de aquella manera que muchos empezaran a preguntarse qué está pasando realmente tras las puertas de palacio, y por la que Kate tuvo que pedir perdón pesonalmente. Todo tipo de teorías -incluso conspiranoicas- han empezado a extenderse por internet y las redes sociales, y es que recientemente se supo que la baja de Kate podría alargarse hasta junio. ¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué tanto secretismo, si desde palacio aseguran que está bien y recuperándose rápidamente?
Sin duda, la imagen de la monarquía británica está más en entredicho que nunca, a pesar de que la reina Isabel también protagonizó sus propios escándalos, y al final reinó hasta el final de sus días, pero la cosa se agrava teniendo en cuenta la baja de Carlos, la de Camila por agotamiento y la falta de Harry y Meghan tras su salida de la Corona, lo que ha obligado a que esa Familia Real reducida de la que presumía el Rey haya terminado teniendo que tirar de componentes 'de segunda', como los duques de Edimburgo -Eduardo y Sofía-, para intentar cubrir todos los actos que estaban agendados.
La crisis de comunicación es ya algo real, y es que se ha gestionado de la peor manera posible. Los británicos, y medio mundo, se preguntan qué pasa realmente con Kate, y por qué incluso se pretendió tapar la verdad con el escandaloso retoque fotográfico del día de la madre, especialmente cuando en Reino Unido se vive tan apasionadamente todo lo que tenga que ver con su monarquía, y están pidiendo cada vez más explicaciones con toda la razón, pues la institución les cuesta anualmente casi 100 millones. Ahora ya sólo quedan dos caminos: o la huida hacia adelante, lo cual puede acabar siendo aún más desastroso (si cabe), o intentar salvar los muebles contando la verdad por dura que sea y mantener, así, la poca credibilidad que les está quedando.
