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Alberto Chicote entre pucheros es un espectáculo. Se mueve con tanta agilidad y tanta delicadeza entre sartenes y cacerolas, que tengo la impresión de que estuviera componiendo una melodía que sólo él y su equipo escuchan embelesados. Hacer la entrevista mientras charlamos y comemos no es fácil porque está pendiente de todos y cada uno de los comensales que llenan Omeraki, su nuevo restaurante. Un lugar acogedor, con personalidad, en el que priman los pequeños detalles incrustados en las paredes, que al igual que las mesas son de madera maciza, desde donde se puede ver la amplia cocina. Todo bien iluminado por una claraboya a una altura de 10 metros, y ocupa lo que antes era el techo de un garaje, ahora local en el que cocina todos los placeres gastronómicos que ha aprendido a lo largo de su larga experiencia. Un sueño que comparte con Inmaculada, su compañera de vida, de la que ya nos habló en una entrevista en 2021 al presentar su libro, y con la que se casó en 2022 tras 20 años juntos.
Cuando habla de su esposa, se le ilumina aún más la cara que cuando habla de cocina o sus restaurantes, y ya es decir: "A Inma, tuve la fortuna de conocerla hace 17 o 18 años y la desgracia de no haberla conocido antes. Yo estuve casado anteriormente con una grandísima mujer a la que admiro, también he tenido otras parejas, gente maravillosa, pero Inma es especial", señala. A pesar de lo mucho que se quieren, se casaron tras 20 años de relación. "Inma y yo nos complementamos mucho, ella es quien me pone los pies en el suelo, quien me ayuda mucho, porque si no fuera por ella yo estaría desbocado", añade.
Inma ha sido, sin duda, una pieza fundamental en el Alberto Chicote que conocemos todos: ha sido su apoyo en momentos buenos y también malos, y ahora es uno de los mejores, porque acaba de abrir Omeraki, su nuevo restaurante: "Es el primer proyecto único y personal que tenemos Inma y yo. Fue verlo y decir 'si no me quedo con esto, me voy a arrepentir toda la vida'; pues adelante", confiesa. Y no es fácil, porque tiene otros locales de los que hacerse cargo. "¿De dónde saca la energía?", pregunto. "Me gusta lo que hago, lo disfruto un montón porque es una gastronomía muy creativa. Es más, cuando estoy fuera estoy enviando whatsApps a la gente del equipo o llamando por teléfono, ya que quiero que ellos participen de lo que hacemos. Aquí los menús los cambiamos cada semana", revela.
Por supuesto, un restaurante de renombre como el suyo tiene buenos platos, pero también especialidades que son el caballo ganador en la visita a Omeraki, y nos ha confesado cuáles son: "Las alcachofas funcionan muy bien, los espárragos, la tarta de cebolla está espectacular, el ceviche de almejas con maracuyá… Para mí, hacer el menú es lo más importante, y que el pescadero me diga 'hay esto' o 'hay lo otro', me da confianza". Y aun con todo eso, asegura que todavía le alucina que vaya gente de todas partes sólo para cenar en su restaurante: "Hay muchos clientes que vienen aquí, a Omeraki, que me emocionan porque se cogen el tren en Valencia o Barcelona, comen en Omeraki, dan un paseo, se van a Atocha, y cogen el Ave de vuelta. Eso me pone los pelos de punta, ocurre mucho".
La entrevista completa de Rosa Villacastín a Alberto Chicote puedes encontrarla en el nuevo número de Diez Minutos, ya a la venta en tu quiosco habitual.
Su foto favorita
"Me gusta la fotografía y hacerme selfies con Inma, como éste".
Entrevista realizada en el restaurante Omeraki, Calle Duque de Sesto, 27. Madrid