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Carolina Molas siempre ha sido una mujer que ha tratado de ser discreta, incluso cuando su hijo, Íñigo Onieva, ha protagonizado algunos de sus escándalos (como la infidelidad a su ahora esposa). Sin embargo, la suegra de Tamara Falcó podría escribir un libro, no sólo de sus vivencias, sino de todo lo que ha sufrido en la vida. Y es que cualquiera podría pensar que lo ha tenido fácil y que todo ha sido un camino de rosas, pero nada más lejos de la realidad. Algo que ha querido dejar plasmado en una reciente entrevista.
Ha sido en la revista Forbes donde Carolina se ha sincerado más que nunca. Pasado el revuelo de la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva, la empresaria ha aprovechado esta 'calma' aparente en su vida para 'hurgar' en el baúl de los recuerdos, y lo cierto es que algunas de sus declaraciones han dejado impactado a más de uno, especialmente el episodio de la muerte de uno de sus hijos: "Fui madre muy joven y me puse a trabajar con mi padre. A los 25 años tenía cuatro hijos". Una cifra que no cuadraba demasiado, puesto que sólo se conoce a Alejandra, Íñigo y Jaime, pero que pasaba a explicar en seguida con profunda tristeza: "Falleció de meningitis a los 7 años". Aquella fue la etapa más dura de su vida, pero el tiempo y el apoyo de la familia han sido claves para sanar: "Lo tenemos aceptado, aunque costó".
Precisamente con sus otros 3 hijos ya tenía una relación de lo más cercana y protectora, pero a partir de entonces aún más: "He sido una madre muy cercana, me llevo muy pocos años con mis hijos", ha relatado en la mencionada entrevista. De hecho, no es raro verles juntos en planes familiares, aunque tiene algo más de afinidad con su hija por, entre otras cosas, su gusto por la moda, y es habitual verlas en este tipo de actos.
Carolina Molas y su familia, perseguidos y amenazados por ETA
Los años 80 fueron muy complicados para la familia Molas, y especialmente el año 1983, que se le ha marcado a fuego a Carolina. Bilbaína de nacimiento, vivió los años más duros de la organización criminal ETA, y lo hizo en primera persona: "Somos exiliados de ETA", sorprende Carolina. "Mi padre llevaba muchísimos años amenazado y estuvieron a punto de atentar contra él muchas veces", ha contado. Aquel año, ante una amenaza inminente, no les quedó más remedio que, literalmente, salir corriendo para mudarse a Madrid, donde pudieron empezar una nueva vida: "Fue de madrugada, sin coger nuestras cosas, y nunca más pudimos volver a casa", ha confesado con crudeza.
