Olga no supera que Álvaro la haya dejado por Ariadna y trata de vengarse de esta, manda a sabotear su conferencia. Sabe que lo más importante para su gran rival, después de su hijo, es su trabajo. Sin embargo, la mujer no se amedrenta y saca adelante su proyecto sin mayor complicación.

Mientras tanto, Gael comienza a desesperarse con los hijos de Dafne y se percata de que, quizá, no esté hecho para ser padre. Además, su último beso con Romina antes de que esta se marchara, terminó por desconcertarlo del todo. ¿Será está la primera gran crisis de la pareja?

Al día siguiente, Ariadna, que no puede soportar vivir bajo el mismo techo que su expareja, decide mudarse y llevarse a Tadeo a vivir a otro lugar que no sea el hogar de los Falcón. Eduardo enfurece, pues ahora no quiere estar lejos de su hijo: “Si piensas que vas a poder separarnos, es que todavía no me conoces tanto como yo pensaba”.

Bárbara se da cuenta del engaño de Lino

A su vez, Bárbara, lidia con sus propios problemas, tienen nombre, el de Lino. La mujer se da cuenta de que la supuesta costosa joya que le regaló su ahora novio, no es más que una baratija. Un sentimiento de decepción y rabian comienza a inundarla. No porque la alhaja no tenga valor material, sino por haber sido víctima de tal engaño. Clarita, desde su inocencia infantil, trata de consolarla: “Seguro que se ha equivocado”.

Por otro lado, Olga comienza a sentir molestias mientras mantiene una conversación con Paulo y es trasladada de urgencias al hospital. Hasta allí acude también Álvaro. Los doctores le comunican que su exesposa tiene un importante problema en los riñones y que si no recibe un trasplante, tanto su vida como la de su futuro hijo corren un grave peligro. La noticia cae como un jarro de agua fría en la propia Olga, que ve esta enfermedad como un castigo por todo el daño que hizo en su momento.