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Sólo hay una cosa más dura que contar un episodio de malos tratos, y es el hecho de vivirlos, y Marta López, la conocida colaboradora de televisión que ahora concursa en 'Gran Hermano DÚO 2', ha desvelado por sorpresa su durísimo pasado como víctima de violencia de género, como ya hiciera en su día, por ejemplo, Rocío Carrasco. La extremeña ha aprovechado su paso por 'la línea de la vida' para quitarse un peso de encima, y es que llevaba más de dos décadas guardándose todo por vergüenza. Ahora, a sus 50 años, Marta es una mujer madura y renovada, y asegura que no consentiría cosas que consintió en el pasado.
La colaboradora, que ha contado otras intimidades como su pasado con un famoso "muy famoso" y se ha sincerado sobre su relación con Efrén Reyero, ya anunciaba que lo que íbamos a escuchar podía herir sensibilidades: "Llevo 23 años en la tele y nadie sabe cuál es mi vida, todo el mundo se cree que he sido una niña pija. Quizá va a ser un poco duro y nunca lo habéis oído de mí", empezaba antes de revelar que sufrió maltrato por parte de su primer novio: "Nos fuimos a Tenerife. Era mi primera relación, mi primer amor... y era maltrato continuamente, de pegarme palizas. Hasta que un día el seguridad del hotel me encontró debajo de un baño con la cara llena de sangre". Como tantas otras mujeres maltratadas, decidió no contarlo porque "eran cosas que daba vergüenza decirlas". "Por aquel entonces, yo pensé que me quería mucho y que por eso hacía esas cosas", añadía.
Durante un año, y de vuelta a Madrid para "huir de él", Marta estuvo completamente "destrozada", pero su suerte cambió cuando se apuntó al casting de 'Gran Hermano 2', que le cambió la vida. "Aquí estoy 23 años después, que ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. La televisión me ha hecho entender que las personas que han pasado malos tratos no tenemos que avergonzarnos", se sinceraba. "A lo mejor os sorprende que no me emocione o que no llore... pero es que yo ya lo he llorado todo", apuntaba.
Marta López pasó del maltrato a la ruina
Tras conocer a su marido y tener a sus dos primeros hijos, la vida le esperaba con otro varapalo que también sufrieron miles de familias, la crisis económica de 2008: "Hay un gran bajón en la línea porque me separo. Me sentía culpable porque la que se quería separar era yo... y con la crisis me arruiné. Me tuve que armar de valor y, con una mano delante y otra detrás, cogí a mis tres hijos y me vine a Madrid, con las deudas que tenía de mis locales. Hubo unos años en los que lo pasé mal no, fatal. No podía ni poner la calefacción", recordaba.
A todo ello hubo que sumar también otro "machaque psicológico, no sabéis hasta qué nivel". No quiso revelar a manos de quién, pero sí tiene claro que "si me pasa ahora, esto no se queda aquí". La guinda del pastel de desgracias ocurrió poco después, cuando su padre fallece tras una durísima enfermedad que ha calificado como "inhumana".
Precisamente por eso, los sonadísimos cuernos que le puso Alfonso Merlos, y de los que todo el mundo se enteró en plena pandemia, terminaron por resbalarle: "En ese momento estábamos todos muy sensibles, era la pandemia, y lo pasé un poco mal... pero sólo un poco. Al lado de todo lo demás, lloré muy poco. Era más el bochorno público, pero entendí que la vergüenza era para él, no para mí", ha sentenciado.
