El clamor de los seguidores tras descubrir al final de la cuarta entrega a Maca (Maggie Civantos) y a Zulema (Najwa Nimri) convertidas en ladronas de joyas, propició estos ocho episodios que cierran la producción de Globomedia. Una obsesión compartida con su creador. “Vis a vis merecía un final digno, y debía ser con los personajes en libertad”, explica Iván Escobar, quien refuerza el sentido metafórico de la serie: “Es curioso que ahora compartamos ese anhelo. Pero ellas, lejos de la cárcel, se enfrentan a otro confinamiento más salvaje, el interior”.
Antes de separarse o matarse, las exconvictas de Cruz del Norte planean un golpe maestro: robar una tiara de diamantes a la hija de un narco mexicano durante su boda en el hotel de lujo El Oasis. Zulema y Maca han formado una banda con la excompañera de celda, Goya (Itziar Castro), y tres incorporaciones: Mónica Ramala (Lisi Linder), de la familia víctima del robo; Triana (Claudia Riera), una hacker, y La Flaca (Isabel Naveiro), exmilitar. “Son un Equipo V extremo, con mucha personalidad y absolutamente femenino. Debía pervivir esa mirada nada impostada que ha tenido siempre la serie”.
El amarillo del desierto
Crear otro universo lejos de la cárcel ha propiciado un nuevo género narrativo: “Existe una trama de narcos, pero nos interesaba dibujar el duelo final entre dos mujeres que se aman y se odian. Es lo que yo llamo un wéstern crepuscular”.
El escenario, el Desierto de Tabernas, en Almería, es fundamental: “Encontramos su purgatorio en esos horizontes secos y polvorientos que, por su color, son una prolongación de la ‘marea amarilla’”.
¿Podrán redimirse? “Les debíamos un final a su altura. Maca, más maternal, caminará hacia la luz, pero Zulema, como un escorpión, lo hará hacia la muerte”, explica Escobar. Incluye ciertos guiños al pasado, como la presencia de Saray (Alba Flores) y Sandoval (Ramiro Blas) en saltos temporales: “Pero no queríamos volver a la cárcel, sino retratar la tremenda soledad que ellas sufren al intentar adaptarse al exterior”.