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A medida que crezco, el amor por mis raíces también crece dentro de mí. Hace ya 14 años que no vivo en mi pequeño pueblo de Extremadura, pero siempre le llevo en mi interior. No solo a él y su gente, si no a mis raíces, a lo que he vivido en casa desde que soy pequeña y a todas y cada una de las piezas que han visto pasar el tiempo en casa de mi abuela, desde que yo naciera, o incluso antes.
Desde pequeña tengo una sensibilidad especial para encontrar piezas para la casa, sean de decoración o no, que sepa que van a aguantar bien el paso del tiempo. Cuando era pequeña lo hacía con mi padre, que buscaba en el desván de casa de mis abuelos todo lo ‘antiguo’ para darle una segunda vida. Y lo sigo haciendo ahora, rebuscando entre todo lo que tiene mi abuela aquello que, creo, puede permanecer muchos años más con nosotros.
Pero es que, aparte de eso, soy especialmente sensible a encontrar piezas en las tiendas de decoración con las mismas características: piezas atemporales que puedan permanecer muchos años a mi lado. No solo lo hago para mí: también las busco para mi madre y para mi abuela.
Mi abuela, que en sus 75 años de vida ha visto cómo muchas cosas que le gustaban han acabado rota, agradece cada mínimo detalle que le doy. Pero, sin duda, estos últimos platos que le he regalado le han dejado absolutamente maravillada. Y es que, más allá de la belleza absoluta de estas piezas, dice que son iguales que una vajilla que tenía su madre en casa cuando era pequeña y que, en ese caso, no consiguió salir impune del paso del tiempo.
Así que yo me alegro de que pueda revivir un trocito de su infancia y de que yo pueda tener en mi casa unas piezas de estilo retro que intentaré que se queden para siempre.
Los platos de Maisons du Monde que parecen sacados de cualquier pueblo de España
Estas piezas las he conseguido en el catálogo de novedades de Maisons du Monde. En conjunto, estos platos forman la vajilla Claudia, de nueva colección, aunque se pueden comprar por separado.
Tienen ese aire de los platos andaluces pintados a mano que tanto vemos en las revistas y que tantas alegrías dio a nuestras abuelas: unos platos de cerámica lacados en blanco impoluto y con detalles florales en tonos burdeos.
Este mismo patrón está presente en todas las piezas de esta colección. Yo a mi abuela le he cogido los platos hondos, los llanos y los de postre, pero estoy pensando en cogerle también un juego de cuencos, a juzgar por la ilusión que tiene.
Los platos llanos, además del estampado central, lleva también el mismo estampado en el borde y esto le hace súper especial.
Pero, sin duda, una de las piezas más especiales de esta vajilla Claudia es la ensaladera de cerámica, que también le he regalado a mi abuela. Es la que más le ha gustado y, aunque no le da tanto uso como a los platos, la guarda con muchísimo cariño, como si fuese una pieza de coleccionista.
Sin duda, este regalo es la prueba perfecta de que no hace falta gastar mucho dinero para impresionar a alguien. Basta con que entiendas qué le gusta y qué le hace ilusión, para dárselo (dentro de tus posibilidades).
