Zeynep cometió un terrible error que le costó su puesto de trabajo en la empresa de Meryem. Taskin perdió la confianza en sí misma y decidió dejar su empleo, alegando que no estaba hecha para la vida laboral. Fadik trató de animarla: “Vamos a comer pipas y a criticar a la gente como hacíamos de pequeñas”. Sin embargo, su idea estaba muy lejos de funcionar.

Por su parte, Cevat tuvo una idea para acercarse a Saziment. “Llama a su casa y cítala en un lugar para mañana por la tarde. Si lo hago yo me pondré muy nervioso. Pero no digas quien eres”, le dijo a Kamil. El hombre cumplió con su cometido, mas el problema estuvo en que quien contestó el teléfono fue Ayfer. Esta, creyendo que la cita era para ella, pensó que tenía un admirador secreto. No cabía en sí de felicidad.

Entre rejas por un error

A su vez, Sevket ordenó a Orhan que traiga a Selin a vivir con ellos “Os casasteisfrente a un Imán, estáis unidos religiosamente y debéis vivir bajo el mismo techo ¿Qué es eso de que cada uno esté por su lado?”, explicó. Al chico no le quedó más medio que contarle a su amada por teléfono los planes de su tío. Esta, por supuesto, se negó a abandonar su casa por los anticuados deseos del capitán: “Una cosa es que hayamos recuperado la chispa de nuestra relación y otra que tengamos que vivir juntos”.

Entretanto, Fatih tuvo una genial idea para sacarle una sonrisa a su esposa. Esa misma noche, organizó una pequeña fiesta de pijamas con sus amigos y jugaron a las películas. Pero ni por esa la mujer se animó. Sevket, entró en el salón y al ver la triste cara de su hija, la llevó hasta la cocina para hablar en privado. Después de una tierna conversación, donde el capitán dejó salir parte de sus sentimientos, la convenció para que saliera a navegar al día siguiente: “Podrías convertirte en pescadora. Llevas subida a un barco desde que naciste”. A Taskin le encantó la idea y al amanecer puso rumbo a alta mar con Fatih, Selin, Orhan, Fadik y Mete

Cevat y Kamil, que se encontraban durmiendo en el barco, se despertaron asustados cuando el bote se paró en seco. Los marineros salieron a cubierta y le contaron a Zeynep que se habían quedado sin combustible y, además, el radar no funcionaba. Es decir, están perdidos en mitad del océano.

Finalmente, todos llegaron a una isla que creían desierta. Ahí se encontraron con varios refugiados a los que les ofrecieron llevarles a la ciudad en cuanto pudieran. En ese instante, la policía apareció y arrestó a Fatih y el resto por supuesto tráfico de personas.