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La jura de la Constitución de Leonor ha sido, este 31 de enero, uno de los momentos más importantes de la vida de la princesa, y aunque el día se centraba en ella -y en celebrar sus 18 años- y todos la han dejado brillar, ha habido algunos detalles protagonizados por doña Letizia que han desconcertado bastante durante el acto en el Congreso de los Diputados. A pesar de que todos llegaban muy sonrientes a la Cámara Baja y posaban muy unidos, un pequeño tropiezo de la Reina al intentar evitar una alcantarilla de ventilación en el suelo por sus tacones -que han podido captar las cámaras- ha encogido a todos los presentes durante unos instantes. Pero la cosa no quedaba ahí.
Nada más entrar al Congreso, la cara de la Reina cambiaba como del blanco al negro durante el acto, y es que su rictus más serio de lo normal y algunas miradas de reojo muy serias a su hija mayor han sido muy notables. La cercanía y la sonrisa natural con las que se suele mostrar Letizia no han estado apenas presentes, e incluso después de la jura de la Constitución, su rictus casi permanecía inmutable. Algo que ha contrastado, y mucho, con la emoción que desprendía el día de la jura de bandera de su hija el pasado 7 de octubre.
Eso sí, cuando ha terminado el acto de la jura, no ha dudado en besar a su hija muy orgullosa, pero de nuevo con una sonrisa tensa, nada relajada, para después mirar directamente al suelo.
Se desconoce si la Reina, que para esta ocasión optaba por reciclar un antiguo vestido azul de Carolina Herrera, se encontraba incómoda, preocupada por que saliera todo perfecto o si, quizá, el retraso con el que han salido del Palacio de la Zarzuela -de casi 20 minutos- ha podido enfadar a la mujer de Felipe VI, pero lo cierto es que, una vez fuera del Congreso, mientras los Reyes y sus hijas pasaban revista a los diferentes batallones, se la ha podido ver más distendida y relajada, compartiendo impresiones con su marido y también hablando entre risas con su hija Sofía.
