El caso de las peleas de gallo da un giro radical cuando el supuesto organizador acude a la consulta de Antonio. El médico pone a sus amigos policías en la pista del sospechoso. Este llega nuevamente al centro de salud y el marido de Miralles llama en ese momento a Lidia y Néstor. Parece que la pareja de agentes están a un paso de dar carpetazo al asunto.

Por otro lado, parece que el aislamiento al que se ha visto sometida Miriam en prisión ha hecho efecto y finalmente termina explicando cómo Argos la reclutó. Después de rendir declaración, la joven es puesta a disposición judicial, a la par que Iván, ya más recuperado, es dado de alta y regresa a su apartamento. A partir de ese momento, la policía se concentra en buscar a los sicarios de Argos. Todos ellos pueden ser clave para dar con el o la delincuente.

Un acto vandálico en el barrio

Carol ya tiene operativos los baños inclusivos en el centro cívico y la reacción general del público es positiva. Cuando todo parece ir bien, se comente un acto vandálico contra los aseos no binarios. Alguien ha entrado de noche y se ha llevado los carteles. Espe, con la ayuda de Sheila, encuentra al ladrón. Ambas se sienten genial por haber resuelto el caso juntas. Sin embargo, la buena sintonía se viene abajo cuando Espe le cuenta a su hija de acogida que su verdadera madre quiere verla.

Rubén tiene intención de hablar con Ginés para zanjar de una vez por todas su acuerdo, sobre todo después de que este se le hay insinuado a Martina. Tanto esta como su marido esperan ansiosos que termine su relación con el mafioso, pero no será tan sencillo como pensaban. Mientras, Vega y Bremón cenan juntos en La Parra.

Horas más tarde, Ginés se reúne con Quintero para comprarle armas. Fernando acepta la oferta, ya que ha encontrado a un nuevo suministrador de pistolas, rifles, etc., con el que espera hacer prosperar su negocio. Además, Durán y Lidia tienen un fuerte enfrentamiento a raíz de un caso.