Nico quiere ser libre; ‘Servir y proteger’

Mateo no se arrepiente del puñetazo que le propinó al agente Ríos. Cada día que pasa se muestra más descontrolado, algo que preocupa seriamente a Rojo. “He decidido que debemos deshacernos de él rápidamente”, le cuenta a Andrés, que esa misma noche acude a la clínica de estética con la cara tapada y dispara a su socio.

Después, el hombre se las ingenia para que Toni llegue al lugar de los hechos en el instante en que la policía también se presenta. Los oficiales creen que el joven es el culpable del intento de asesinato y es trasladado a comisaría.

A la mañana siguiente, el sospechoso recibe en su celda la visita de una triste Verónica, que amenaza a los agentes presentes con denunciarlos por detención ilegal pues se niega a creer que su amado haya intentado matar a su exesposo. Mientras, el moribundo mejora poco a poco en el hospital, para desgracia de sus verdaderos atacantes.

Por su parte, Nico recurre nuevamente a Miguel y le pide ayuda: “No me dejes solo, necesito escaparme de Rojo. Dime cómo hacerlo”. El director del centro cívico promete que lo protegerá del delincuente si hace una cosa por él a cambio: “Debes instalar un dispositivo en el ordenador de tu jefe para que pueda controlar todos sus movimientos y encontrar pruebas para meterlo en la cárcel”.

El muchacho, aunque muerto de miedo, acepta el trato. “Ya verás que no voy a defraudarte”, afirma. Instantes después se marcha en dirección a La Parra, donde se encuentra con Paty, con quien ha hecho muy buenas migas. La relación de amistad entre ambos parece evolucionar hacia algo más serio.

Lejos de allí, Karim aclara a Bremón que no es un yihadista, sino un espía. “Me ordenaron infiltrarme en la banda de Emir para descubrir su próximo golpe. Era un secreto, por eso no te conté nada”, explica. El comisario le ruega disculpas: “He metido la mata, perdona por haber desconfiado de ti de esa manera”. Ambos deberán enfrentarse próximamente a un nuevo terrorista, esta vez alemán y de nombre Darko.