La ira de Joaquín; ‘Servir y proteger’

Aunque la recuperación de Salgado ha sido milagrosa, Antonio se da cuenta de que tiene espasmos en el brazo. “Debemos hacer más pruebas y asegurarnos de que no van a más”, explica al policía, que pensaba no volver al hospital en un tiempo.

A la mañana siguiente, llega a comisaría el inspector Guzmán Santigosa con intención de reforzar la búsqueda de Infante. “Es el delincuente más escurridizo que hemos visto. Imposible detenerlo”, le pone en antecedentes Miralles.

Temiendo por su empleo en el hotel, Ángel pide a Cristina contar a su padre que están saliendo: “Tranquilo. Lo haré yo cuando sea el momento”. Sin embargo, como el chico sospechaba, el empresario no tarda en descubrir la relación y se encara con ellos: “¡Me habéis tomado por tonto! Esto no va a quedar así”.

Quintero también se enfada cuando se entera de que Lúa le ha mentido, ya que jamás ha estado con Khan. Temiendo por su amiga, Hanna se mete en medio: “No tiene maldad. Solo pretendía llamar tu atención”. Luego, la rusa la acompaña al centro cívico, planteándose colaborar con ellos y ayudar a mujeres que desean dejar la calle.

Inesperadamente, un viejo socio del padre de Eva se pone en contacto con ella y le da el teléfono de un proveedor de armas: “Es el mejor en esto y con él no tendrás que depender de nadie. Piénsalo”.

Esa noche, Lara e Iván celebran una romántica cena de cumpleaños, que no resulta tan bonita como esperaban pues el tema de los hijos vuelve a ser protagonista.

Desde el primer instante, la actitud de Santigosa resulta extraña para Bremón y, tras pedir referencias, ve que se trata de un policía corrupto. Para su sorpresa, la prensa publica el lado oscuro del agente, que aparece muerto en un descampado. Días después, un anónimo mensaje confirma que el autor del estrangulamiento es Infante.

Como se imaginaba, las consecuencias de salir con la hija del jefe no se hacen esperar y Joaquín llama a Ángel: “He perdido la confianza en ti. Deja tus cosas en la mesa”.