La llegada de Víctor: ‘Servir y proteger‘

Cada vez más afectado por la mielitis, Salgado desiste en sus intentos de disimular. “Sufrí un ataque cuando íbamos a detener a Ramiro”, confiesa avergonzado a Bremón.

Pero no solo el comisario se enfada con él. “¿Cómo has podido ocultar tu enfermedad? ¿Sabes lo grave que puede ser?”, lo regaña Antonio. El inspector decide que lo mejor es retirarse.

Aunque sigue muy decepcionada con Eva, Bea se compromete a no delatarla. “Lo que sí voy a hacer es dejar el tráfico de armas”, le anuncia mientras su unión con Lidia se estrecha día a día. Más tarde, la agente aviva en la chica unas esperanzas casi enterradas. “¿Por qué no intentas encontrar a Bruno?”, le sugiere dispuesta a brindarle su ayuda.

María regresa de Barinas decidida a pasar página en su historia con Elías y pronto recibe los papeles del divorcio. No es la única que vuelve: también Lara está de nuevo en Distrito Sur, tras finalizar su trabajo en Logroño.

Superado el ‘shock’ del secuestro, Paula recupera al completo su ritmo de trabajo. “Alguien ayudó a Ramiro a conseguir los planos para atentar en Canillas”, informa al comisario. Además, Carlos comunica a su compañera otro descubrimiento: “Argos, el hacker que lo ayudaba desde nuestras instalaciones, está más cerca de lo que creemos”.

Otro que se instala en el barrio después de varios años alejado es Víctor Salas. “¿Cómo tú por aquí? No pensé que volvería a verte con todo lo que pasó”, lo saluda con recelo Quintero, recordando al que fue su hombre de confianza. Poco a poco, los dos liman asperezas, sobre todo después del choque de Salas con Gabriel, su socio, por el atraco a la joyería de Murillo.

A comisaría llega una nueva oficial del Tedax, que empieza a trabajar con Carlos en un caso de envenenamiento. Cuando la chica detiene a la sospechosa por su cuenta, el agente explota. “¿No sabes que aquí se trabaja siempre en equipo?”, la reprende y empieza a sospechar que oculta algo sobre su pasado profesional.