Arribes del Duero, parque natural entre Zamora, Salamanca y Portugal, es un lugar ideal para encontrar el terreno donde hacer realidad su proyecto. Jesús Calleja y todo el equipo de Volando voy se ponen manos a la obra y piden ayuda a la gente de la zona, principalmente de Fermoselle, Formariz y Fornillos.

Una de las protagonistas es Julia, propietaria de la tienda más popular de Fermoselle, que aportará grandes dosis de humor y entrega. Montero, un zamorano que vivió en Alemania y otros puntos de España antes de regresar a su pueblo, muestra dos naves que posee llenas de material, en el que se cuentan aparatos de rayos X, aperos antiguos de labranza, mobiliario con siglos de antigüedad y hasta una huella de dinosaurio. Para asesorar sobre los animales del rancho, Jesús Calleja cuenta con Víctor, un biólogo pionero de las casas rurales en Zamora y recuperador de razas autóctonas como el burro o garañón zamorano-leonés, una especie que estuvo a punto de desaparecer. Además, Charlotte, una inglesa a la que llaman en el pueblo ‘la francesa’ y que tiene ganas de llenar el pueblo de gente joven, también se implicará de lleno en el proyecto.

Volando voy, adaptado a las circunstancias de la COVID-19

La situación sanitaria ha propiciado algunos cambios en la grabación y la dinámica habitual de Volando voy, que ha incorporado novedades y medidas para garantizar la salud del equipo y los habitantes de los destinos visitados: El helicóptero se ha adaptado para preservar la distancia entre Jesús y sus eventuales acompañantes; el programa en sí mismo se ha transformado en una gran road movie con la incorporación de ocho autocaravanas para trasladar y alojar a todo el staff de producción y formar un cordón de seguridad en los rodajes, integrándose en los escenarios hasta convertirse en una seña de identidad de la nueva temporada y un reclamo para los habitantes de los pueblos; un equipo médico ha acompañado al programa en todo momento para realizar test serológicos, tanto a los trabajadores como a las personas cercanas con las que se han grabado cada uno de los episodios.

Otra de las grandes novedades de Volando voy es que la gente de los pueblos va a poder ver desde casa cómo ha quedado el programa gracias a la emisión de una señal en directo. La multitudinaria fiesta de otras temporadas, donde los vecinos veían el programa en la plaza del pueblo, se ha sustituido por un encuentro de los protagonistas con Jesús Calleja para ver lo que se ha grabado durante la semana, en medio del campo y manteniendo distancia de seguridad. Mientras, quien quiera puede ver lo que está sucediendo en ese escenario campestre desde el salón de su casa gracias a la emisión de esa señal.

volando voy arribes del duero
Cuatro

Lo que está por llegar en Volando voy

A lo largo de la temporada, Volando voy visita Maraña, en León, una pequeña localidad en la Montaña de Riaño y Mampodre con la que Calleja tiene una gran vinculación porque allí se hizo montañero. Otro de los destinos es A Veiga, en Ourense, donde unos repobladores deben aprender todo lo necesario para hacerse cargo de una casa rural.

El sur también tiene su protagonismo en esta temporada: La Sierra de Segura, Cazorla y Las Villas, en Jaén, son los lugares donde el equipo, con ayuda de la gente local, intentará reabrir la única panadería del pueblo y llevar a un panadero para regentarla. La Alpujarra granadina es otro de los destinos, en el que Calleja tratará de recuperar una antigua acequia árabe para abastecer de agua a sus habitantes, el ganado y la agricultura.

Por último, en la provincia de Toledo, Volando voy mostrará cómo se trabaja la forja y otras artesanías para atraer herreros a la zona.

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