Hablar de Lucía Galán es hablar de Lucía, mi pediatra y eso ya es un sello de garantía, porque la popular doctora se ha convertido en fuente de referencia de millones de familias. Sus libros no faltan en las mesitas de noche de numerosos hogares y, su nuevo libro, “Los virus no entran por los pies”, que publica de la mano de Planeta, va a convertirse en libro de cabecera y obra clave para desmontar los cientos de mitos sobre salud infantil que tanto arraigo tienen en nuestra sociedad. Sí, es el libro perfecto para regalar a esas suegras, vecinas, primos o cuñados que, partiendo (suponemos) de las buenas intenciones, ponen en tela de juicio la forma de cuidar y educar a los hijos de los demás. Un libro que es el antídoto perfecto para aquellos que padecen el mal del “se ha hecho así toda la vida y no ha pasado nada”, porque, tal y como explica Lucía en este título, sí, sí ha pasado, han pasado muchas cosas a lo largo de estos años y la ciencia avanza para poder dejar atrás esas prácticas y creencias erróneas que pueden poner en peligro la salud de los niños.

Lucía, para empezar, ¿cuál es el objetivo de este libro?

Lucía Galán: “El objetivo de este libro es derribar todos los mitos de salud física y mental de niños, adolescentes y familias que llevamos escuchando durante décadas y que algunos no tienen mayor importancia y nos van a arrancar una carcajada, pero otros pueden poner, y de hecho ponen, en riesgo, la salud de nuestros hijos”.

¿Y por qué en este momento?

L.G: “Porque llevo muchos años, 20 años de pediatra y 10 en el entorno digital y lo que empezó siendo un divertimento en redes sociales derribando mitos, a veces, me lleva al enfado por ser consciente de que llevo 10 años repitiendo muchas veces las mismas cosas y que, en ocasiones, la respuesta que encuentro es la de auténticos negacionistas que basan su discurso en un desconocimiento profundo del método científico y que, además, se permiten el lujo de insultar o de atacar a las personas que estamos aquí intentando divulgar información que es muy útil para las familias y que les aporta tranquilidad. Tenía esta necesidad de decir, bueno, ya he hablado mucho de pediatría, he hablado mucho de maternidad, he hablado mucho de emociones, ahora vamos a poner las verdades encima de la mesa y voy a hacer un trabajo de recogida de todos estos mitos y plasmarlos en un libro, que el libro no genera comentarios como los genera un post de Instagram, lo dejas escrito y quien quiera que lo lea -bromea-. No da lugar a la réplica”.

lucia galan sentada en sofa riendo
Copy Pecas y Lunares

En el libro tratas muchísimos temas, uno de ellos es el posparto y dices que uno de los principales errores es culpar de todo a las hormonas. ¿Cómo hay que ayudar a una mujer que está en el posparto?

L.G: “El posparto es una de las etapas más vulnerables de la vida de una mujer y, a pesar de que llevo muchos años hablando sobre él, siempre tengo la necesidad de seguir hablando porque lo veo en el día a día, en la consulta, como las madres siguen llegando a este momento desinformadas y, muchas veces, abatidas y arrasadas por la cantidad de emociones que tienen. La manera de apoyar a las madres es, primero, explicándoles qué les está pasando, que no todo es por sus hormonas, que hay mucho más, que hay agotamiento, que hay sensación de soledad, que hay un peso de la responsabilidad que no tenían hasta ahora, que hay un miedo atroz que no habían descubierto hasta el momento, que hay unos cambios físicos que muchas veces te dejan en shock nada más mirarte al espejo porque no te reconoces, que hay cambios en la pareja, que hay un cambio importantísimo en tu manera de percibir la vida, de sentir, de tus prioridades. Y todo eso no es debido a las hormonas, es debido a la propia vida y a la propia naturaleza de traer vida a este mundo. Una vez normalizas todo esto que nos ocurre, las madres lo viven de una forma mucho más serena, pero luego también es importante educar al entorno, a las parejas, a los familiares. Decirles que no busquen el conflicto, que apoyen, que sean un faro en mitad de las oscuridades de la mamá, que estén para sumar, para aportar, que no es momento de tomar decisiones precipitadas ni decisiones trascendentales, ni generar ningún tipo de conflicto innecesario. O sea, que se trata de que la mamá se recupere lo antes posible. Y, sobre todo, que sepan identificar cuándo es momento de pedir ayuda profesional: si pasan tres o cuatro semanas y la madre sigue abatida, llorando, sin ganas de levantarse de la cama, podemos estar hablando de una depresión posparto y tienen que pedir ayuda en una unidad de salud mental para tratarla”.

Planeta Los virus no entran por los pies

Los virus no entran por los pies

Otro de los temas de los que hablas es del chupete y los mitos que hay alrededor de él. ¿Qué creencia es la más errónea?

L.G: “Bueno, el chupete es el demonio. Esto lo recogí así literal porque me lo dijo una abuela: "Es el demonio, es horrible, eso luego la boca la destroza y se vuelven adictos y dependientes", me decía…Bueno, ni blanco ni negro. El chupete alivia, calma, consuela, ayuda a conciliar el sueño y, además, es un gran factor protector de la muerte súbita del lactante. Ahí es nada. Lo que pasa es que tenemos que saber cuándo usarlo. El chupete tiene un principio y un final. El principio es a partir de la tercera o cuarta semana si hay una lactancia materna bien instaurada, y el final es en torno a los dieciocho o veinticuatro meses, no más, porque entonces sí que puede deformar la dentición, el paladar y la boca, pero sabiendo esto, no hay ningún problema. Sabemos que, a partir de los dieciocho meses, le vamos a decir adiós al chupete y ya está”.

En cuanto a la salida de los dientes…sabemos que no produce fiebre, que no duele tanto como se piensa…¿por qué está este mito tan extendido?

L.G: “Porque llevamos toda la vida escuchándolo. ¡Uy! ¡Mira! ¿Cuántas babas? ¡Eso son los dientes! ¡Uy! ¿Fiebre? ¡Eso son los dientes! ¡Uy! ¡El culito! ¡Eso son los dientes! ¡Uy! ¿No duerme por la noche? ¡Eso son los dientes! ¡Uy! ¿Cómo llora? ¡Eso son los dientes!... ¡Todo son los dientes! Y la realidad, cuando revisas la bibliografía científica, es que casi nada es por los dientes. Pueden tener una irritabilidad leve, pueden tener un aumento de la salivación leve, pero no debemos achacar la salida de dientes a una fiebre mantenida, ni a un bebé que ha dejado de dormir, ni a un llanto inconsolable. Hay que buscar siempre otro origen. Para combatir este mito hay que explicarlo y repetirlo constantemente, se combate también escribiendo libros, hablando sobre ello y teniendo mucha paciencia. También tiene mucho que ver con cómo nosotros lo planteamos porque, a veces, cometemos el error de que, para desmitificar algo, atacamos a la persona que nos lo dice y desde el ataque es difícil hacer cambiar a alguien, pero si se lo explicas de una forma tranquila, serena y documentada, tienes más posibilidades de que esa persona diga, ah, pues sí, pues es verdad”.

¿Cuáles dirías que son los cinco mitos más extendidos sobre salud infantil, los que más daño han hecho?

L.G: “Las vacunas provocan autismo. Para la diarrea, Aquarius. El bullying es una cosa de niños, no hay que hacer ni caso, que lo solucionan solos. Bébete el zumo, que se le van las vitaminas. Y el alcohol en las recetas no hay problema, se evapora todo, todo, todo, no queda nada…son los que más se escuchan y todos ellos tienen impacto en la salud”.

El tema del alcohol en el embarazo preocupa…

L.G: “Hay tendencia a pensar que cocinar con alcohol no es un problema y que todo se evapora y, es verdad que se evapora, pero falta la segunda parte de la frase: no, no se evapora al 100%. Ahora ya tenemos estudios que han demostrado que con 30 minutos de cocción todavía puede quedar hasta un 40% de alcohol en la receta y que el alcohol en las embarazadas tiene un riesgo elevado de provocar daños en el feto y trastornos del espectro alcohólico fetal, que lo presentan 10 de cada 1.000 niños en España, y son trastornos del neurodesarrollo, discapacidad intelectual, trastornos de conducta y de comportamiento, de memoria, problemas a la hora de tomar decisiones, del juicio, problemas auditivos, renales, cardíacos…esto es así y tenemos cientos de niños acusados de este trastorno cuya causa es el consumo de alcohol en el embarazo. No hay una cantidad mínima segura de alcohol, cualquier cantidad puede dañar a nuestro bebé en formación. Entonces, ni alcohol en las recetas, ni una cervecita que no pasa nada, ni una copita de vino que yo estoy de boda. El mensaje es, si estás embarazada, cero alcohol”.

"Ni alcohol en las recetas, ni una cervecita que no pasa nada, ni una copita de vino que yo estoy de boda. El mensaje es, si estás embarazada, cero alcohol".


También hay cierta confusión con eso, entre la cerveza sin alcohol, la cerveza cero cero…

L.G: “La realidad es que la cerveza sin alcohol puede llevar hasta un 0,9% de alcohol, o sea que lleva. Y la cerveza cero cero, por ley, puede llevar hasta un 0,04% de alcohol, que sé que es muy poco, pero ¿hay necesidad de asumir ese riesgo con un bebé que se está formando y que pesa, a lo mejor, 300 gramos?

lucía galán posa sentada delante de chimenea
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Volviendo al libro…los virus no entran por los pies, el frío no resfría, pero hay mucha gente que se sigue resistiendo a creerlo. ¿Cómo lo explicas en tu consulta?

L.G: “Venga, vamos a explicarlo -ríe-. Los virus son microorganismos vivos que no habitan en el suelo, no pueden sobrevivir ahí. Habitan en nuestra nariz, en nuestra boca, en nuestra garganta y ahí están muy cómodos. Los virus se transmiten de boca a boca, de persona a persona, a través de la tos, de la saliva, de las carcajadas, o, a veces, a través de nuestras manos porque nos hemos tocado la boca, no se transmiten a través de los pies porque el virus no entra a través de la planta del pie y sube y se instala en la garganta. Esto no es así, entran por la boca y por la nariz. En cuanto al frío, en nuestra nariz tenemos unos pelillos que se llaman cilios, que lo que hacen es filtrar el aire cuando entra y con él filtran todas las sustancias. Y además, en las fosas nasales tenemos un acúmulo de unos agregados linfocitarios, un acúmulo de defensas, que es la primera barrera defensiva de nuestro organismo para detectar agentes extraños y empezar a luchar contra ellos, generamos moco, que expulsamos y se van. El frío hace que esos cilios funcionen regular, están como perezosos y esos agregados linfocitarios, esas defensas, están también un poco más perezosas. Entonces, respondemos peor frente a las infecciones cuando hace frío, pero eso no quiere decir que el frío resfríe. El frío hace que si coges un virus y entra en tu nariz, tengas más posibilidades de que este se replique ahí y te dé un poco la lata, pero no es el origen primario de la infección. Y luego, por otro lado, cuando hace frío, estamos todos más tiempo en casa, con las puertas cerradas, las ventanas cerradas, todos juntitos, los virus se quedan en el ambiente porque no hay ventilación y hay más posibilidad de contagio. Es la tormenta perfecta. El frío hace que nosotros estemos un pelín más vulnerables a tener la enfermedad, además, hay más virus respiratorios y encima estamos más tiempo en sitios cerrados. Por eso hay más enfermedades infecciosas, víricas, respiratorias en invierno”.

"El frío hace que si coges un virus y entra en tu nariz, tengas más posibilidades de que este se replique ahí, pero no es el origen primario de la infección".

La fiebre es otro gran tema. ¿Cuáles son los mitos más populares sobre la fiebre?

L.G: “Uno de ellos es que si te sube mucho la fiebre puedes convulsionar. Esto no es así. Las convulsiones febriles son una entidad benigna que se produce en los niños entre un año y cinco años y, normalmente, se producen el primer día de fiebre y con una fiebre que no suele ser muy elevada, 38, 38,5 y ahí es donde hacen el pico, pero el hecho de que llegues a 40 no te hace más susceptible a convulsionar o no. El que convulsiona es porque está genéticamente predispuesto a convulsionar y va a hacerlo igual con 38 que con 39. Otro mito es el de abrigar mucho al niño para que sude la fiebre: si le abrigas mucho, aumenta la temperatura y genera más malestar. Cuando tiene fiebre, hay que dejarlo fresquito para que baje. Otro mito es alternar paracetamol con ibuprofeno: no necesariamente. Inicialmente elegimos el paracetamol porque suele ser efectivo y porque tiene menos efectos secundarios. De forma puntual se podría intercalar otro fármaco si son fiebres muy resistentes y así lo prescribe el médico. Esto es una pauta que yo misma daba hace 15 años, porque así venía recogida en nuestras guías, pero hace ya años que se ha demostrado que el alternar los fármacos no es más eficaz que utilizar uno solo y, además, alternando ambos fármacos aumentamos el riesgo de sobredosificación. Esta actualización lleva ya bastantes años, pero bueno, esto es otro reto que tenemos los sanitarios. Sé que es costoso estar actualizado, pero forma parte de nuestra profesión”.

"Otro reto que tenemos los sanitarios es estar actualizados. Sé que es costoso, pero forma parte de nuestra profesión".

Y en estos más de 20 años de experiencia, ¿cuál dirías que es el mito más curioso con el que te has encontrado?

L.G: “Uy, son varios. El de "beber cerveza hace que tengas más leche", o "tomar leche condensada hace que la calidad de tu leche sea mejor", "si comes alcachofas el niño va a tener gases". Luego también el papelito en la frente para el hipo…esto lo he visto en la consulta muchas veces. La cintita roja en la muñeca para el mal de ojo, la tirita en el ombligo para que no se mareé en el coche…He visto de todo, pero yo siempre digo que una, como pediatra, tiene que elegir las batallas que ha de lidiar y yo, ante la pulserita del mal de ojo, el papelito en la frente para el hipo o la tirita para el mareo explico que evidencia científica no hay, pero bueno, que no tiene mayor importancia. Ahora, si veo un collar de ámbar en un bebé de seis meses, sí que les recomiendo de forma enérgica que se lo quiten porque hay riesgo de accidente, de estrangulamiento o de asfixia si se sueltan las bolitas. Debemos tener un poco de mano izquierda, no enfrentarnos cada día a nuestros pacientes y tirar un poco del humor”.

¿Te encuentras pacientes muy reacios cuando desmontas alguna de esas creencias que, muchas veces, vienen de tradición familiar?

L.G: “Los pacientes no, cuando lo explicas desde la calma, con serenidad y con el rigor científico de los datos lo entienden perfectamente. Donde sí se ofrece mucha resistencia es en las redes sociales, pero bueno, esto es ciencia. Yo no digo nada que no esté publicado. Mi máxima es "lo que pasa en las redes sociales se queda en las redes sociales" y la vida real, afortunadamente, es muchísimo más bonita”.

¿Qué estamos haciendo mal respecto a los antibióticos?

L.G: “Muchas cosas mal. Todos, o sea, pacientes, profesionales y médicos. Aquí tenemos que hacer acto de conciencia todos. La resistencia a los antibióticos es uno de los principales problemas de salud a nivel mundial dicho por la OMS. Si seguimos así, en las próximas décadas la resistencia a los antibióticos matará a más personas que el cáncer. Hacemos mal muchas cosas, primero: "mira es que mi hijo tuvo una amigdalitis y entonces me dieron este antibiótico y el hermano como a los dos días empezó con lo mismo pues le di", ahí no sabemos si ha sido lo mismo o no, pero el niño se lleva un ciclo de antibiótico. Otro error: presionar a los profesionales o los profesionales tener la mano ágil para prescribir el antibiótico de los tres días ante cualquier infección. El antibiótico de los tres días está indicado en unas infecciones muy concretas, para el resto hay que utilizar el antibiótico adecuado a cada infección bacteriana. Otro error es dejar los tratamientos a medias porque eso favorece el generar bacterias multirresistentes. También, en ocasiones, se matan moscas a cañonazos y se recetan antibióticos muy potentes para infecciones para las que no hace falta tirar de esos antibióticos, ya que eso favorece que las bacterias cada vez se hagan más fuertes, esto es responsabilidad de los médicos. Otro error es tirar los antibióticos a la basura en lugar de a los puntos de recogida, porque luego puede terminar en el medio ambiente. Otro gran error es consumir antibióticos sin receta médica, que ahora esto ya es muy difícil porque, afortunadamente, está legislado y no se pueden sacar de la farmacia, pero hubo un tiempo que era un problema importante. Debemos tener conciencia todos, pacientes y sanitarios. Ah, y, por supuesto, tener claro que los virus no se tratan con antibióticos, este podría ser el subtítulo del libro. Las gripes no se tratan con antibióticos, los mocos no se tratan con antibióticos y los resfriados comunes no se tratan con antibióticos”.

"Si seguimos así, en las próximas décadas la resistencia a los antibióticos matará a más personas que el cáncer".

"Los virus no se tratan con antibióticos".

El tema que más mitos genera: las vacunas. ¿Cómo podemos concienciar del peligro que trae el miedo a las vacunas?

L.G: “Hay que continuar con el mensaje de realidad y tenemos muchos datos sobre la era pre-vacunas y la era post-vacunas, del impacto tan grande que ha generado la introducción de las vacunas en nuestra sociedad, que salvan cada año entre 2 y 3 millones de vidas, la mayor parte niños. Las vacunas y las medidas de asepsia han sido los dos grandes avances de la historia de la medicina, junto con los antibióticos. Negar esto es de necios porque la evidencia es muy sólida. Tenemos una enfermedad como la viruela que mató a 300 millones de personas y se erradicó gracias a la vacuna de la viruela. Tenemos que seguir concienciando y sensibilizando a las familias y, sobre todo, ofreciendo esa esa visión de que estamos aquí para solucionar sus dudas, no estamos para atacar, no tenemos ningún secreto oculto que nos haga defender las vacunas, no nos mueve nada extraño. Nosotros promovemos el buen estado de la salud de los niños y queremos protegerles”.

Para terminar, hablas en el libro también del ‘Efecto Pigmalión’. ¿Qué importancia tiene en el desarrollo de los niños?

L.G: “El efecto Pigmalión es maravilloso porque es un concepto de la psicología que demuestra cómo nuestras palabras y nuestros actos impactan positivamente, no solamente en la manera de sentir, sino en la manera de vivir de las personas que están a nuestro alrededor. Es decirle a tu hijo: "Hijo, eres fuerte, eres poderoso y eres capaz" y el niño, que cuando es pequeñito sus únicos referentes son sus padres, al decirle eso, sale ahí fuera fuerte, poderoso y capaz. Si le decimos "no te subas al tobogán porque tú para esto no vales, tú al ajedrez, tú al fútbol no, que eres muy torpe, eso no, que es peligrosísimo y seguro que te caes", el niño lo que asume es que es un torpe y que nunca va a despuntar en nada que tenga que ver con sus habilidades físicas. Seamos conscientes del impacto tan grande que tienen nuestras palabras en las personas que nos rodean, especialmente en nuestros hijos”.

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Periodista especializada en parenting y familia, educación y salud. También tengo un largo recorrido y disfruto escribiendo sobre belleza y moda femenina.


Me encanta comunicar, contar historias e informar, por eso me decanté por el periodismo, pero también porque disfruto aprendiendo cada día.  


Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y compaginé después mi faceta profesional con el estudio de un máster especializado en periodismo multimedia. Desde entonces he pasado por diversos medios, seguí formándome y amplié mi pasión por el mundo online estando al frente de las webs de revistas como Ser Padres y Mía, entre otras. 


Soy amante de la lectura, la poesía, me encanta viajar, descubrir y, sobre todo, disfruto si mis artículos ayudan a los lectores a solucionar dudas y a hacer su día a día un poquito más ameno y fácil.