Cuando hayas terminado la lactancia, puedes volver a una ingesta normal de unas 1.500 Kcal, teniendo en cuenta que un 40% de estas calorías deben provenir de los hidratos de carbono, un 30% de las grasas y otro 30% de las proteínas. Y siempre debes hacer cinco comidas diarias y no dejar que pasen más de tres horas entre ellas, evitando la sensación de hambre.
La razón es que "así consigues mantener el nivel de insulina estable y evitar los picos, que es lo que engorda”, aconseja la doctora Mira.
Pero ¿cómo llevar esta idea a la práctica? Aquí te ofrecemos una dieta básica que puedes seguir a diario:
- Desayuno: Empieza el día con un desayuno completo a base de cereales de trigo integral o de pan integral –mejor rico en cereales– con aceite de oliva extra virgen, café descafeinado con leche descremada y una pieza de fruta.
- Media mañana y media tarde: Una pieza de fruta, queso descremado o yogur desnatado y una infusión drenante (se venden en herbolarios).
- Comida: Verduras frescas de hoja verde (espinacas, judías verdes, col, puerro), acompañadas de carnes magras (ternera, pollo, conejo o cordero) o pescados azules (atún, caballa, sardinas o emperador; ricos en Omega 3 y 6, hierro, fósforo, potasio y vitamina B) o huevos (muy ricos en proteínas, hierro, fósforo, zinc, selenio y vitaminas A, B, C y D).
- Cena: Caldos vegetales, pescado o huevos y un producto lácteo (vaso de leche) para restituir las reservas de calcio.
Con esta dieta puedes tomar un máximo de cuatro huevos a la semana. Y dos veces por semana, legumbres como plato único, acompañadas de verduras o de una ensalada, a tu elección.